Yacimiento arqueológico de Tamuda

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Yacimiento arqueológico de Tamuda
UNA SOMERA APROXIMACIÓN AL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE TAMUDA.
Galo Hernández Sánchez.
Introducción:
La antigua ciudad mauritana de Tamuda debe enmarcarse en la Mauritania Tingitana, mítico lugar de la antigüedad que marcaba los límites y los confines del mundo entonces conocido. En ese extremo occidental se encontraban las columnas de Heracles o Hércules que eran la frontera hacia lo desconocido. Territorio de mitos y leyendas.
El nombre de Tamuda aparece recogido en las antiguas fuentes literarias grecolatinas. Pomponio Mela, gaditano del siglo I, habla del río Tamuda en sus crónicas geográficas del Estrecho. También el geógrafo griego Ptolomeo menciona el río Tamuda. Sólo el latino Plinio, también del siglo I, habla además del río Tamuda de la ciudad con el mismo nombre.
La denominación de Tamuda procede de la antigua lengua líbica y significaba “pantano”, es decir, zona de aguas. En el siglo I a C. la ciudad ya se llamaba Tamuda por su cercanía al río del mismo nombre. Este término aparece en algunas monedas acuñadas por esa época. Durante la época de ocupación romana, dicho poblamiento siguió llamándose con la epigrafía latina Tamuda y la fortaleza militar era conocida como castellum Tamadensis.
El nombre se perdió tras su abandono  a partir del siglo V. Cuando renazca la actividad durante la Edad Media, el núcleo poblacional se llamará Tituauin (Tetuán). Se localizará al otro lado del río Martil (Tamuda), en las faldas del Dersa y dicho término procede del beréber, significando “los ojos” o “las fuentes”, por la abundancia de aguas y fuentes que existían en dicho entorno calcáreo.
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Área del castelum
Antes del descubrimiento de la antigua Tamuda, varios autores creyeron que se encontraba en el mismo sitio donde se localiza la ciudad de Tetuán, algo que se demostró erróneo. En  1921, el arqueólogo español César Luis de Montalbán y Mazas localizó las ruinas de Tamuda. También fue el primero en iniciar excavaciones arqueológicas, encontrando el castellum o fortaleza militar romana. En 1922, el célebre arabista español Manuel Gómez Moreno estudió los vestigios arqueológicos de Tamuda. El arqueólogo Pelayo Quinteron Atauri tomó el relevo y continuó las excavaciones durante la década de los 40 del siglo XX, destacando el descubrimiento de la necrópolis. Las excavaciones más importantes tuvieron lugar entre 1948 y 1958. Las llevó a cabo el arqueólogo Miguel Tarradell, el mejor conocedor y máximo especialista de Tamuda. Entre 1958 y 2007 no se llevaron a cabo nuevas excavaciones arqueológicas en Tamuda. A partir de dicho año se han retomado con un proyecto de colaboración entre el Reino de Marruecos, la Junta de Andalucía y las universidades de Tetuán, Cádiz y Huelva.
La ciudad púnico-mauritana (siglos V al I aC):
Es probable que el origen de la ciudad de Tamuda se remonte a la época fenicia, aunque no está demostrado fehacientemente. Es posible que navegantes fenicios procedentes de Tiro y de otras ciudades fenicias de Levante (actual Líbano) se movieran por esta zona durante los siglos IX y VIII aC., como prueba la fundación de importantes asentamientos en Gadir (Cádiz) y Lixus (cerca de Larache) para la colonización y el comercio entre fenicios (pueblo oriental) e indígenas (tartessos y mauros o mauritanos). La presencia y colonización fenicia fue clave para que los pueblos indígenas de ambos lados del estrecho iniciaran su camino en la historia. Introdujeron elementos claves de la civilización como la escritura y el urbanismo. A partir de la época púnica o cartaginesa (siglos VI-V aC.) sí hay certeza y constancia de la existencia y ocupación de Tamuda.
La ciudad de Tamuda se localiza en la orilla derecha del río Tamuda (Martil), sobre un promontorio (zona elevada) con buena localización. Permite un fácil control en el valle del río Martil (Tamuda) entre la costa y el acceso al interior. Además es un lugar de fácil defensa. Esta localización geoestratégica es clave para el desarrollo de la urbe.
Tenemos, todavía, escasa información sobre la ciudad de Tamuda en época púnica (cartaginesa). Mucha mayor información arqueológica corresponde con la época de Tamuda como ciudad mauritana, refundada a finales del siglo III o inicios del siglo II aC. durante  la época de la formación de la Monarquía Mauritana en esta zona de la Mauritania Tingitana.
Tamuda es un ejemplo de urbanismo modelo helenístico, es decir, organizado en retícula, con una plaza central rectangular a modo de ágora o espacio público y calles rectas que se cruzan en ángulo recto, formando manzanas ortogonales. Alrededor de la plaza central se encuentran los barrios y casas, con usos domésticos y comerciales (tiendas o ínsulas).
Debía de ser una ciudad próspera porque en algunas viviendas han aparecido elementos constructivos importantes o de entidad como columnas y pilastras. Además se encontraba dentro de los circuitos comerciales del Mediterráneo en el área del Estrecho. Es además una ciudad amurallada. Se convierte en una de las principales ciudades del Reino Mauritano hasta su integración dentro del Imperio romano.
En Tamuda han aparecido monedas acuñadas en la propia ciudad de la época del Reino de la Mauritania Tingitana. Esto demuestra su importancia, pues pocas ciudades de la región tenían el privilegio de acuñar moneda. Las mismas eran de bronce. En el anverso suele aparecer una efigie masculina, en ocasiones con barba y en otras con casco, que se identificaría con algún rey o soberano mauritano, como el rey Bogud o Bocchus. En el reverso suelen aparecer elementos importantes de la economía del lugar como una espiga de trigo o un racimo de uvas. También en el centro suele aparecer un zig-zag que puede interpretarse como uno de los meandros del río Tamuda (Martil).
La economía en esta ciudad púnico-mauritana se basaba en la agricultura (cultivo de trigo y de vid), además de la pesca (marisqueo y salazones); además de producir púrpura que servía de tinte de color rojo y se sacaba de una concha marina. Pruebas de estas producciones están en las imágenes de las monedas acuñadas y los restos arqueológicos (molinos). Las uvas nos hablarían de la producción de vino.
También se ha constatado la actividad de la metalurgia del hierro. Existían talleres de forja como lo demuestran las escorias aparecidas en las excavaciones. Fabricaban utensilios agrícolas y en la época romana armas. Tamuda se encontraba en un lugar cercano a unas minas de plomo, que se utilizaba para la fabricación de todo tipo de utensilios. De igual forma se elaboraban tejidos como lo demuestran los restos de pesas de telares. Por último, el comercio tendría gran importancia económica por encontrarse esta ciudad en el círculo comercial del Estrecho.
Tamuda pasaría a manos romanas durante el siglo I después de Cristo. Los romanos establecieron un castellum (fortaleza) en Tamuda para controlar a los pueblos mauritanos de la zona que eran hostiles a la presencia de Roma. Las fuentes escritas antiguas hablan de la hostilidad de los mauri y la arqueología también demuestra enfrentamientos entre los mauritanos (indígenas) frente a los romanos. En las excavaciones, Tarradell encontró un nivel de incendio (cenizas y carbones) que se pueden corresponder con la revuelta de Aedemón, un liberto del rey mauritano Ptolomeo, que se levantó en armas contra los romanos tras el asesinato de su rey por mandato del emperador romano Calígula en Roma, a inicios del siglo I, para acabar con el reino Mauritano y anexionarlo al Imperio Romano.
El castellum romano (siglos I al V dC.):
Roma se anexionó la Mauritania Tingitana en el año 40 dC., cuando Calígula mandó asesinar al rey de Mauritania, en ese momento, Ptolomeo. Dicho territorio se convirtió en la provincia romana de Mauritania Tingitana con capital en Tingis (Tánger). Para asegurar el dominio, Roma envió presencia militar para el control del territorio a través de puestos militares o campamentos. De esta forma controlaba a la población indígena (mauritanos) y llevaba a cabo la romanización del territorio. Los campamentos romanos se clasifican por su tamaño. Los Castra son los mayores y los Castella los menores. Tamuda es un castellum con un buen estado de conservación arqueológico.
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Semitorre exterior romana
El campamento romano asentado sobre la ciudad púnico-mauritana de Tamuda tiene una planta cuadrada. Sus sistemas defensivos comprenden murallas, puertas y torres. Se colocan cuatro puertas en la muralla coincidiendo con cada uno de los puntos cardinales. Se construye durante el siglo I y se ocupará hasta su abandono durante el siglo V, en la época del Bajo Imperio y la desaparición del Imperio Romano de Occidente (Roma). Las murallas son de gran solidez, con una anchura de alrededor de 1,10 metros. Las torres completan el sistema defensivo. Se pueden diferenciar las semitorres exteriores y los cubos interiores. Se colocan en lugares estratégicos de las murallas como puertas y esquinas.
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Posibles termas
Dentro del campamento se pueden distinguir los Principia o edificios centrales del campamento. Allí se situarían el cuartel general y otros edificios. En Tamuda se conserva el Principia con planta rectangular bien conservado, también un patio central y unas alas laterales, quizás utilizadas para guardar el armamento. Entre las armas que se han encontrado en las excavaciones destaca una espada o gladius; también diversas puntas de lanza (pilum), además de fíbulas y broches de cinturón propios de la vestimenta militar. También se ha encontrado un freno de caballo, lo que demuestra la existencia del empleo de tropas a caballo en el campamento. Otras dependencias que se han encontrado en el campamento son unos baños o termas en el lado sur del castellum. También un hospital.
La necrópolis de Tamuda ha aparecido en el sector suroeste del yacimiento, sobre parte de las construcciones de época mauritana. Según la costumbre y el derecho romanos, las necrópolis tenían que situarse fuera de los límites de las ciudades, en recintos construidos para uso funerario. Con la información disponible, resulta muy difícil conocer el número total de enterramientos, su ubicación y su datación precisa. Los ajuares funerarios que acompañan los enterramientos, tanto inhumaciones como incineraciones, se componen de armas, joyas, objetos cerámicos y monedas. Las tumbas se presentan de diversos tipos, como tumbas cubiertas con tégulas a doble vertiente o con piedras, ladrillo o tierra. Las cenizas de las incineraciones aparecen recogidas en ánforas o también urnas de plomo. Sólo se conocen dos inscripciones funerarias hasta el momento.
El castellum de Tamuda se abandona durante el siglo V. Los indígenas tampoco aprovecharon las estructuras constructivas del mismo. El abandono del campamento no debió ser traumático. En las excavaciones no aparecen signos de incendios o destrucción. Las tropas romanas abandonan el campamento porque dicho territorio ya no estaba controlado por Roma y era absurdo mantener tropas allí. Se puede explicar dentro de la descomposición del Imperio tras la muerte del emperador Teodosio (natural de Coca, Segovia) a finales del siglo IV y la división del Imperio Romano entre sus hijos Arcadio y Honorio. Con este abandono de la guarnición militar romana de Tamuda se cierran mil años de ocupación. La ciudad acaba abandonada y despoblada. Con la desaparición de Roma, se produce un repliegue de la población indígena a las montañas debido a la inseguridad reinante. No se volverá a repoblar ni durante la época medieval, moderna o contemporánea. Sólo se le darán algunos usos militares durante el siglo XX. Al inicio de la guerra civil española, en Tamuda se creó el campo de concentración de Mogote para la represión de los republicanos.

Tamuda presenta un buen estado de conservación. Presenta dos fases históricas bien diferenciadas. La ciudad púnico-mauritana con un modelo de ciudad ortogonal y una fase de ocupación romana, que corresponde con el campamento militar. Su excavación, consolidación, conservación y puesta en valor es una labor imprescindible para que se mantenga una joya arqueológica que nos habla de la memoria de nuestros antepasados.

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