Certamen literario de LA HISPANIDAD

CATEGORÍA A. 1º premio (ex aequo)
Sara El Gazuani, 3°ESO “A”                
                           UN SUEÑO POR CUMPLIR
 De nuevo en alta mar, echaba de menos la sensación de estar navegando en estas aguas bravas, con el único acompañamiento del esplendor del sol y del ruido de las olas al chocar contra el casco de esta ligera pero veloz embarcación: “El Marino”. En el ambiente se mascaba la preocupación y nuestras miradas reflejaban la angustia y el desasosiego ante lo que nos podrían deparar aquellas tierras que cada vez se sentían más cercanas. Éramos nueve grumetes, diez marineros y nueve personas más entre las que estaban el capitán, el escribano, el intérprete y el médico. Yo tan solo era un grumete, (apenas tenía dieciséis años) y lo único que tenía que hacer era ayudar a la tripulación con sus tareas, ya bien fuese fregar la cubierta como preparar la comida; pero aquel día no me encontraba en condiciones de hacer nada, caí enfermo por culpa de la gripe por lo que me hallaba recluido en uno de los sollados para no infectar a mis compañeros. El médico me aseguró que no era nada grave y que con unos días de reposo lo más seguro era que me recuperase, por lo que no le di más vueltas al asunto, en vez de ello decidí pensar en América; estaba ansioso por llegar a aquel lugar que ya formaba parte de Hispania, orgulloso de poder decir que estoy a días de conseguir pisar aquella tierra que mi bisabuelo Américo Vespucio bautizó como América, anhelante por descubrir los secretos de esa gente tan diferente pero a la vez tan similar a mí, deseoso por probar aquellas delicias culinarias de las que tanto había escuchado hablar, en pocas palabras: tenía tantas ganas de anclar “El Marino” en el puerto que estaba a punto de perder la escasa paciencia y cordura que me quedaba. Me urge llegar allí cuanto antes, llegaba a precisarlo como una necesidad vital, me sentía preparado para conocer aquel nuevo mundo. No me faltaba mucho, era cuestión de días o incluso de horas el poder resolver todas mis dudas. Tan solo me quedaba esperar. Tan solo me quedaba eso.



CATEGORÍA “A”. 1º premio (ex aequo)
Hiba Ouazzani. 3 ESO “A”.


17 de julio de 1537

Me incorporo abruptamente y, una vez más, me siento desorientado en esta austera cabina de este aciago galeón en el que ya cumplimos un mes y trece días.

Mientras me pongo las botas, libero mi mente y me permito fantasear con que incorporaremos una nueva victoria al Nuevo Mundo, nosotros, y no los malditos británicos que se empeñan en hacer competencia. Nosotros, y no los francos cuyo barco pirata nos asaltó dos años atrás. Nosotros, hispanos.
Últimamente, ese es el término que ronda mi mente constantemente. Hispanidad -susurro entre dientes- y me enorgullece pronunciar esa palabra; suena gutural y hace que se me ericen los vellos del cuerpo.
También pienso en Don Pedro de Mendoza, el primer conquistador español con quien realicé una travesía, y en su estado delicado de salud. Su muerte será un golpe duro de soportar, susurra mi subconsciente. Y, cómo no, reservo lo mejor para el final, y me da un vuelco al corazón cuando pienso en las batallas que habremos de librar en poco más de un mes, y en si los indígenas darán mucha guerra esta vez, ahora que el Papa ha tenido la magnífica idea de declararlos hombres con los efectos y capacidades de los cristianos. Por el amor de Dios, parece una broma de muy mal gusto. Tendrían que ver cómo se visten, cómo hablan, tendrían que ver cómo sus ojos inyectados en sangre transmiten una mirada salvaje, carnal. Siempre los he idealizado como animales reencarnados en cuerpos humanos. Es una blasfemia pensar en ellos en calidad de cristianos. Y de nuevo la palabra ‘hispanidad’ cobra vida en mi mente. Sí. Hemos de derrocarlos. Hemos de hacernos con sus tierras y productos. Al fin y al cabo, por eso hemos venido, para honrar a nuestro rey y a nuestra patria. Por eso estamos aquí.
Cuando por fin me dispongo a salir de la cubierta, me pongo en pie, y un intenso y doloroso hormigueo me recorre desde la pantorrilla hasta la planta del pie, pero ya estoy acostumbrado; más de diez años de buceador hacen que las hipotermias y las mordeduras de peces y medusas no hagan más que de recordatorio de lo que es mi vida, mi día a día. Este dolor precisamente es de antes de ayer, cuando tuvimos que bajar a por el ancla y me golpeé con ella, como otras tantas veces. Suerte que en los próximos días no tendremos que hacer escala.
Ignoro el dolor y abro la puerta, exponiéndome al exterior, dejando que el viento me azote en la cara y aspirando tan fuerte que me llegan a doler los pulmones.
Ya queda un día menos de espera y agonía para llegar a nuestro destino y enfrentarnos a nuestro objetivo.
Ya queda un día menos para que el Nuevo Mundo nos pertenezca.



CATEGORÍA B. 1º premio.
Wiame Al Kadaoui. 1º BAC B

La Hispanidad
Para mí, la palabra Hispanidad significa mucho más que un simple descubrimiento, mucho más que una simple coincidencia, un error de orientación. La Hispanidad es un sentimiento, el orgullo de formar parte de un todo, poder compartir lengua, tradición y cultura con millones de personas, saber que pertenecemos a un mismo pasado.
Pero hoy no voy a hablar de lo feliz que me hace formar parte de esta hermandad. Hoy prefiero centrarme en lo que oculta esta fecha. ¿Qué hay de la diversidad cultural? ¿No se supone que son las diferencias las que embellecen nuestro mundo? ¿Por qué buscamos parecidos entre nosotros entonces?  Es cierto que la Hispanidad nos ha unido, pero también es cierto que esta misma ha destruido culturas, costumbres, lenguas, tribus.
Celebramos la insaciable codicia y ambición que tuvieron con los dueños de aquellas tierras, celebramos tal atrocidad, tal egoísmo, tal crueldad y brutalidad.
Con todo esto no quiero decir que esté en contra de la Hispanidad, todo lo contrario, me siento hispana, mi ciudad es hispana, mi cultura igual. Solo quería reflejar la otra perspectiva de esta fecha y cómo la recuerdan aquellos que la sufrieron.

Hasta la rosa más blanca tiene una sombra oscura, y para mí eso es la Hispanidad.

CATEGORÍA B. 2º premio
Iman Rabih. 1º Bac “B”

Lo que hay detrás de la Hispanidad.
Llevo desde pequeña escuchando hablar muy bien de la Hispanidad, año tras año. En todos y cada uno de ellos se repiten, una y otra vez, las mismas historias y los mismos sentimientos. Siempre escribía mi texto sobre la Hispanidad dejándome llevar por lo que me han ido contando. Este año me ha parecido muy aburrido, con lo que he decidido buscar un poco más de información de la que ya sabía. Acabo de leer unos cuantos artículos y la única pregunta que anda por mi mente, en estos momentos, es la siguiente: ¿La hispanidad es un encuentro o un genocidio?
No estoy diciendo que esté en contra de la Hispanidad, ni mucho menos, pero con lo sorprendida que estoy no sé si reír o llorar. Tampoco sé si es mejor haber seguido pensando que en la hispanidad todo era de color rosita y todos eran felices por el descubrimiento y la nueva convivencia que tenían, o haber descubierto que detrás de la hispanidad hay sufrimiento inocente.
Nunca me paré a pensar en lo que hicieron los españoles de aquel entonces para transportar el cacao, el arroz, el café… a su país. Tampoco me paré a pensar en cómo hicieron para convivir con aquellos indígenas. Ahora tengo las cosas un poco más claras, ahora la hispanidad ya va siendo más lógica para mí. En todas y cada una de las conquistas ha habido luchas, muertes y mucho sufrimiento, con lo cual, dudo mucho que en el descubrimiento de América hubiera ocurrido lo contrario.
Sinceramente, ahora que sé todo esto, no entiendo el motivo por el que se festeja la Hispanidad, ¿acaso el sufrimiento de personas indefensas merece tanta alegría y tanta fiesta?
Para terminar, quiero aclarar, por segunda vez, que no estoy en contra de la Hispanidad. Hasta ahora, esta ha sido la redacción sobre la hispanidad más interesante para mí. No es por nada, simplemente porque ya me estaba empezando a cansar de escribir todos los años lo mismo, con distintas palabras.




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